Ellos, me refiero evidentemente a los hombres, se acostaron con una mujer mientras que yo, de pie, me liaba con las mujeres a la vista de todos. En pocas palabras, que le manoseaba las tetas, le chupaba los pezones, le acariciaba las piernas y un largo etcétera. Si te digo la verdad es que me va todo eso de los mirones, ya sabes, que mientras le hago algo a un hombre o a una mujer, haya otra persona que me esté mirando atentamente. Pero ellos también fueron a lo suyo y me dejaron de mirar. La chica que estaba en la cama estaba con las piernas abiertas. Yo la veía perfectamente. Los dos hombres le estaban comiendo el sexo a tope. Todo sucedió en un momento. La chica que estaba conmigo, se sentó en la cama y también empezó a comérselo. Y bueno, ya puedes imaginar lo que ocurrió. Ni corta ni perezosa, yo también empecé a hacer lo mismo. Vaya, que aquella chica tenía cuatro lenguas moviéndose en su sexo.